
El Proyecto JEITO no es solo un programa para jóvenes: es una declaración de intenciones. Una forma de decir que la juventud tiene derecho no solo a estar, sino a imaginar, proponer y transformar desde el lugar que habita. Es una invitación a mirar el entorno con otros ojos, a quedarse sin resignarse, a construir desde lo pequeño, desde lo cotidiano, desde lo rural.

Creemos que la juventud está llena de potencial, pero a menudo se encuentra al margen, sin espacio real para decidir ni habitar el presente en sus propios términos.
Por eso este proyecto se convirtió en un espacio necesario; un lugar donde pensar en colectivo, compartir inquietudes, proponer ideas y conectar con otras personas que también quieren activar su territorio desde el arraigo y la imaginación.
No se trata solo de participar, sino de ocupar lugar con sentido, de mirar lo cercano con otros ojos y atreverse a pensarlo de otra manera.
Cada encuentro ha sido una forma de construir comunidad desde la creatividad, la memoria y el cuidado compartido.
El Proyecto JEITO no es sólo una comunidad en movimiento, sino una energía colectiva que crece con cada vínculo y cada idea. Porque cuando se confía en las personas jóvenes y se les da tiempo, herramientas y horizonte, las posibilidades se multiplican.
Y eso es lo que queda tras este primer recorrido: no solo lo hecho, sino lo que ha empezado a germinar en las personas, en los vínculos y en el territorio.
El Proyecto JEITO ha sido la chispa que ha encendido algo más grande: una juventud activa, consciente y con voz. Por eso, lo vivido no marca un final, sino la apertura de caminos que ya empiezan a trazarse.




